septiembre 04, 2005

Garraham: el conflicto aún sin vías de solución. La interna sindical rechaza la oferta del gobierno

Los trabajadores no médicos del Garraham cumplen su tercer jornada de paro decretado por 72 horas, que finalizará este sábado a las 7. La concentración se realiza en el hall de la planta baja del hospital, que da a la calle Combate de los Pozos al 1800.

El escenario de la protesta, recreado con pancartas y bombos de los huelguistas, pone de manifiesto que el conflicto aún permanece sin vías de solución. Durante el acto, el líder sindical Gustavo Lerer ofreció una conferencia de prensa para ratificar la postura de los empleados y manifestar que la decisión proviene de la base gremial, a través del voto: “Esta es una asamblea de trabajadores, y la asamblea dice que el 20% que ofrece el gobierno es insuficiente".

Luego de la declaración, Lerer anunció la presencia de algunos de los piqueteros reprimidos la jornada anterior por la policía, durante el episodio en el que los manifestantes habían intentado ingresar a las instalaciones de la Sociedad Rural de Palermo. Tras expresar su solidaridad con el grupo, los trabajadores del Garraham ovacionaron a los piqueteros presentes, con cánticos y exclamaciones.

“Nosotros queremos volver a trabajar, pero queremos ganar un salario digno”, puntualizó Lerer antes de cerrar la conferencia, reiterando que será la asamblea quien determinará los pasos a seguir por la interna sindical. Destacó además que “hay un montón de profesionales que no se adhieren al paro, por lo tanto, ellos atienden a los pacientes del hospital". El líder sindical negó que los paros afecten la debida atención de los pacientes, ya que se viene cumpliendo con las guardias mínimas y las urgencias. Asimismo aseguró que las manifestaciones en el ámbito del hall no trascienden a los restantes sectores del hospital. “Son mentiras de los medios”, expresó, invitando a la prensa a recorrerlos, para verificar que, efectivamente, en las salas de espera y en los pisos de internación, no llegan los ecos del alboroto gremial. Según madres de pacientes que se hallaban en el lugar, la atención recibida hasta el momento fue siempre satisfactoria.

Sobre las paredes del hall, cubiertas con afiches alusivos al paro, se exhibió la adhesión gremial de los hospitales Posadas y Fernández. Lerer, sin proporcionar detalles, expresó que existe la posibilidad de realizar una acción conjunta con los trabajadores de otros nosocomios. “Nos sentimos muy fortalecidos; participaremos, además, en la próxima marcha de los estudiantes y docentes universitarios”. En cambio, aclaró que el respaldo inicialmente brindado por los médicos autoconvocados no registró avances en la coalición por “no compartir con la modalidad de la acción gremial adoptada por nosotros".

Mientras tanto, la cúpula de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), representada por su secretario general, Pablo Michelli, continúa su labor de mediación entre el gobierno y los delegados del Garraham para arribar a un acuerdo. Pero hasta el momento la propuesta del área de salud no satisface el reclamo del sector, debido a la exigencia de un piso salarial de $ 1800, más $ 600 de adelanto, 2% de aumento por año de antigüedad y la regulación de jornadas de 6 horas por insalubridad. La mejora ofrecida del 20% implica, según la delegada Mercedes Méndez, una distribución desigual que significaría “un aumento de sólo 120 pesos para las enfermeras, y en cambio, los miembros de la dirección se llevarían mil doscientos pesos (de incremento)".


El líder está siempre atento

Las protestas se llevan a cabo en el hall de acceso del personal del Garraham, que da a la calle Combate de los Pozos. En este espacio, se transformó la fisonomía hospitalaria, para convertirlo en el ámbito natural de la acción de la interna sindical ante la opinión pública. Allí se desarrollan las conferencias de prensa y concurren las cámaras de televisión, los móviles de las radios y los reporteros gráficos. In situ, se perciben el clima y la puesta en escena del conflicto gremial. El habitat se diferencia de manera notoria con los restantes sectores. Mientras que estas cuatro paredes adquirieron un halo de la unidad básica de un partido polìtico, fuera del lugar aflora el aroma de la asepsia hospitalaria con la presencia silenciosa de niños, padres, y médicos concentrados en otra lucha: la de vivir.

El hall donde se encuentran los manifestantes está recubierto de afiches manuscritos con leyendas dedicadas a autoridades del nosocomio y apelaciones al sector oficial, como “Basta de Robar”, “Missing: Se busca la democracia” e “Ibarra: Nosotros empezamos con paros por 72 horas. Vos llevás de paro 4 años… ¿o más...Podríamos sentarnos en mesa de diálogo para que empieces a trabajar". . El grupo presente es numeroso; tal vez, unas 120 personas. Gran parte luce una remera identificatoria de color blanco con un impreso en rojo que invoca “En defensa de la salud”. Mientras no se producen comunicados, algunos toman mate o café, conversan o permanecen en silencio. La actitud es la de una espera inagotable.

El líder, Gustavo Lerer, es fácilmente distinguible en la multitud, por su fachada característica: la del delantal desprendido, luciendo un aspecto demacrado y semibarbado. Permanece siempre de pie, ubicado en el centro del hall, en una situación atenta al entorno. Muchos se dirigen a él, con sobres que le entregan, mensajes personales que le comunican, o llamados que llegan a su celular.

Por momentos, el cuadro expectante se transforma en una suerte de jolgorio, para enmarcar el cierre discursivo de Lerer y otros oradores, con ovaciones y cánticos acompañados de bombos que resuenan al compás de “Se jode-jode. Unidad de los trabajadores y al que no le gusta, se jode-jode”, o un eufórico estribillo de “Hay una banda de delincuentes que roban todo lo que le pidas. Es la banda de Ginés García”. Los cuerpos se sacuden con el ritmo; especialmente los de las mujeres, quienes suben a los bancos y contornean sus caderas para mostrar en un primerísimo plano la fuerza expresiva de la protesta.

La poética gremial se completa con una suerte de procesión que recorre el sitio sosteniendo una pancarta con una fotografía trucada del ministro de salud, Ginés García, que en tono satírico se lo muestra con ojos muy saltones y el dedo índice sobre sus labios, tal cual la imagen apelativa clásica de la enfermera que llama al silencio en los hospitales. Lerer, más discreto, susurra las letras de los cánticos mientras domina con una mirada panoràmica lo que acontece a su alrededor. El líder está siempre atento.

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