Al finalizar el acto eleccionario en la ciudad de Buenos Aires, los líderes y sus seguidores ya estaban nucleados en sus respectivos bunkers para seguir al instante el conteo de los votos. Aunque estaba prohibida la difusión de los datos del boca de urna, desde el primer momento del cierre de mesas se percibía en los políticos el pulso acelerado de la contienda: el gesto expresivo de sus caras anticipaba los resultados de las cifras vedadas.
Ni bien se comenzaron a conocer los cómputos oficiales, el candidato a diputado nacional por el PRO, Mauricio Macri, proyectaba su éxito con más del 30% de los votos. Lejos del ganador, se disputaban el segundo puesto Elisa Carrió ARI y Rafael Bielsa, por el Frente para la Victoria, con el 20% cada uno. El nerviosismo de la pulseada electoral se exteriorizó también en los partidos más pequeños, que albergaban la esperanza de rasguñar la cantidad necesaria de sufragios para obtener, al menos, una de las 13 bancas.
Los medios alternaron su transmisión desde los distintos centros partidarios y mostraron a la opinión pública las instancias que se vivían en cada lugar. El clima general fue el de una comunión cívica compartida entre los líderes y sus seguidores, dispuestos a esperar y aceptar las cifras finales.
Pero hubo una excepción: la de Unión por Todos, en cuyo bunker no estuvieron presentes Patricia Bullrich ni los restantes candidatos, como tampoco sus seguidores.
El partido había fijado su punto de reunión en un espacio previsto para 150 personas, en el salón Versalles del hotel Cambremon, ubicado en la calle Suipacha, casi esquina Rivadavia, de esta ciudad.
No existieron restricciones para acceder al bunker, instalado puertas abiertas al resto del hotel. Tampoco se requirió una acreditación previa al periodismo, de modo que a medida que fueron llegando los reporteros, pudieron elegir el sector desde el cual iban a desplegar su labor. A las 18, se encontraban apostados un enviado de Radio 10 y cinco estudiantes de periodismo, de los cuales, cuatro pertenecían a la escuela TEA y uno a la Todo Noticias (TN), mostrando imágenes de lo que acontecía en los sitios de reunión de los tres principales partidos.
A medida que transcurría el tiempo, disminuía la concurrencia en el bunker de Unión por Todos, apenas poblado por los seis enviados de prensa y algún visitante ocasional que se acercaba al lugar para ´picar´ algo de la mesa e informarse sobre los cómputos que difundía TN.
Alrededor de las 20.30, cuando ya se presumía el resultado desfavorable para los partidos minoritarios, el sitio quedó prácticamente solo y se acentuó la dimensión del habitat sobrante y vacío del bunker de Unión por Todos. La solitaria guardia de los periodistas apostada en el salón permaneció en un ´confortable´ status pasivo de información hasta que se vió interrumpida por una instrucción que recibió el enviado de Radio 10 para destinarlo al bunker de otro partido.
"¿Va a venir Patricia?”, fue la pregunta que se escuchó con insistencia entre los pocos que estuvieron en el lugar. El encargado de prensa no dio precisiones sobre la posibilidad de su concurrencia y la respuesta de los presentes se redujo a gestos de hombros que se encogen, ojos que se agrandan y palmas que se abren, para indicar al unísono el vacío de un “no sé”. Por lo bajo se comentaba que Bullrich estaba alojada en un cuarto del hotel, pero que “difícilmente bajaría”. De este modo, la presencia de la primer candidata a diputada nacional se redujo al retrato suyo en los afiches que colgaban de las paredes con la apelación retórica “Patricia Bullrich. Hace falta”.
Pasadas las 21.30, los medios informaban como un hecho que los partidos de Macri, Carrió y Bielsa eran los seguros ganadores de las 13 bancas de diputados nacionales por la Capital Federal. Desde entonces, los cinco reporteros dieron por terminada la misión en el bunker de Unión por Todos.
En el momento de la retirada, resonaban los flashes informativos que provenían del televisor y quedaban todavía sandwiches y bebidas en la mesa.
Lo que no se supo es quién apagó la luz del salón.
Perfil de la candidata
Nació en Buenos Aires en 1945.
Es casada, sin hijos.
Su primera militancia la realizó en la Juventud Peronista y la agrupación Montoneros.
Desde 1976 debió exiliarse del país hasta la vuelta de la democracia, en 1983.
En 1993 ingresó al parlamento como diputada justicialista.
Durante el gobierno de Fernando de la Rua fue designada Secretaria de Política Criminal y Asuntos Penitenciarios. Luego, se desempeñó como Ministra de Trabajo.
En 2001 obtuvo la licenciatura en Comunicación Social y Periodismo, en la Universidad de Palermo.
Tras una alianza con Ricardo López Murphy, en las elecciones del 2003 se postuló a Jefa de Gobierno de la Ciudad.
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