Tan solo la síntesis de los escandaletes de la ministra de Economía y el venezolano fugitivo exhibe una abundancia de ingredientes espectaculares, con ribetes de culebrón mixado con thriller, que colmarían la inspiración creativa de un guionista hollywoodense.
El Bañogate. Una bolsa ahí dejada
Un prestigioso periodista denuncia la aparición de una bolsa con dinero en el toillette del despacho de la ministra de Economía, Felisa Miceli.
El acta labrada por los autores del hallazgo especifica la identificación de uno de los fajos de billetes, termosellado y numerado por el Banco Central, lo que permite desandar la ruta del extraño bulto dejado en el privadísimo lugar público de la distraída funcionaria.
La repercusión del escándalo la lleva a argumentar razones poco creíbles y contradictorias, implicando a su hermano con excusas de un préstamo para una supuesta operación inmobiliaria en danza.
La intervención enérgica del fiscal de la causa dispara la fase preliminar del desenlace, con una ministra abatatada, indefendible y renunciada. Pero desde la escena siguiente, se produce el giro predecible: comienza a vislumbrarse la dilatación del trámite judicial, lo que le permitirá a Felisa poner cierto orden en su argumentación para liberarse de la cárcel y revertir la imagen instalada de una inexplicable bolsa llena de dinero, por la de una explicable bolsa llena de olvido. Tal vez, cuando Miceli y el kirchnerismo pertenezcan a tiempos pretéritos, se lleguen a desenpolvar los restos del burdo envoltorio encontrado en el privadísimo sanitario público de la ministra.
Las aventuras del botín bolivariano
Cuando el escándalo Miceli comienza a parecer cosa del ´pasado pisado`, acontece en Buenos Aires un dramón transnacional. La historia tiene como protagonista a un millonario latino de apellido Antonini Wilson que viaja en un jet privado, portando una valija repleta de dólares.
Lo acompañan funcionarios venezolanos y argentinos; entre ellos, el infaltable personaje de la bella muchacha conectada con el establishment político. Al arribar al aeroparque, el equipaje del enigmático individuo es requisado por la policía aduanera. El fornido latino emprende su huída hacia Estados Unidos, previa escala técnica en Uruguay.
Presidentes soprendidos, ministros arpíos, funcionarios decapitados e investigaciones zigzagueantes de los países involucrados, terminan enredando el hilo argumental hasta convertirlo en un relato de origen indescifrable con el desenlace previsible de un “Happy End” (o algo parecido). El varón se refugia en su residencia, en Miami, y desde allí establece algún contacto con la prensa local y efectúa declaraciones, tal vez en clave, para que unos pocos entiendan. ¿Para quién era ese maletín?. ¿Para quién trabaja?. ¿Hablará alguna vez?. Hasta que no se sepa, la historia permanecerá latente….
A partir de tanto culebrón, ¿en qué medida puede captar la atención el caso de la secretaria de Ambiente, Romina Picolotti?
Según cómo se vea. Es cierto que a la trama le falta la presencia icónica del grotesco monedero que grafique la acción y el objeto de la hisotoria. Parafraseando a Jorge Asís, falta el signo vital de “la marroquinería política” de esta época.
También es cierto que la figura de la protagonista no cobra la fuerza del género espectacular. Se trata de una funcionaria de bajo perfil y aspecto esmirriadito y austero, sospechada, tan solo sospechada, de repetir una de las tantas ediciones de nepotismo, ineficiencia y administración generosa que caracterizan a la función pública. ¿Aburrirá?
Sin embargo, esta historia tiene un elemento distintivo que no existe en los relatos de la bolsa y el botín bolivariano y le otorga cierto picantito a la trama: la presencia del “héroe”, un jefe de Gabinete dispuesto a todo, incluso, a poner el pecho para truncar la investigación acusatoria.
Sin más trámites, Alberto Fernández le propinó a la opinión pública un monólogo de prensa sustentado en datos pintados e insultos al “pseudo periodista” Claudio Savoia (aquel que se atrevió a contrastar con luz, la difusa gestión de la funcionaria). Aunque se supone un bombero victorioso, como siempre, los discursos del ministro dejan brasas de encendidos interrogantes…
La falta de ´pregunta-respuesta` induce a cuestionar aún más el argumento pobre y unilateral de Fernández. Acrecienta la curiosidad de quien desea escuchar lo que su monólogo de prensa no permitió indagar. Hay puntas sueltas que tientan a saber más. Es que esta historia también parece tener ribetes de culebrón…
Nota relacionada: Diálogo imaginario entre Alberto Fernández y Claudio Savoia: aquí
6 comentarios:
tamos para el culebrón de la tarde!, nos faltaría que se empiecen a destapar algunos romances de la reina y ahí cerramos!
Buen relato Mercedes,
saludos
¿Te imaginás un programa cholulo ´onda Rial`, especializado en romances de personajes políticos?. ¿Quiénes serían la ´Nazarena Vélez`, la Tota Santillán o la Flor de la V de la farándula política?
no estaría nada mal eh... ahora que manda el raiting sería un gran producto! llamemos a Telefe!!!
Dale! ... tenés algún contacto?
digo... para que no nos cajoneen el proyecto
jiji-jiji
LOS DEMIURGOS
Señor Director:
Es normal escuchar al Presidente y a su esposa, exponiendo en atriles o
actos de campaña, como si fueran Demiurgos, a los que la filosofía platónica
signaba como creadores y ordenadores del mundo -en el caso Argentina- y que la terminología griega marcaba como "el que produce".
Sin duda lo son, pero de palabras futuristas, como si fueran ajenos a
los gobiernos pasados (de los que son y fueron parte) y con léxico que no se
sustenta en hechos o logros palpables para el común de la gente.
Palabras... tan sólo palabras que llegan generalmente a un auditorio
humilde, trasladado u obligado, por favores recibidos, a prestar
concurrencia con el fin de asignarle masividad para el spot o la foto generadora de tendencia triunfalista.
Está demostrado científicamente que todo ser humano (negro o blanco,
pobre o rico, etc.) nace con la misma inteligencia. Su desarrollo suele
paralizarse por distintos motivos, siendo el más conocido la falta de
estímulos que otorga la pobreza a una sociedad con carencias elementales. Una pobreza que el Gobierno ha incrementado e intenta minimizar o se jacta
de combatirla en teoría, incluso inventando estadísticas, al solo efecto
de aumentar su clientela y ser visto como demiurgo.
Quienes, medianamente ilustrados, comprenden la magnitud de los
atropellos oficiales en todos los órdenes, los riesgos de la Nación, los
problemas de nuestros días y los que yacen debajo de los felpudos o
alfombras de la Casa Rosada y Ministerios, comienzan a sentirse atrapados
dentro de una sensación apocalíptica, comprobando la inercia e indiferencia
del pueblo para definir su próximo Presidente.
Apocalipsis que enfrenta la creación de un Estado sano, exento de
vicios y mentiras, pero que algunos -a la luz de los comicios-, de manera
perversa, piensan que, manteniendo una prescindencia participativa, los males ocultos le explotarán a la "electa por el dedo".
Deben comprender que cualquier cataclismo no va a afectar a la cabeza del iceberg (Cristina Kirchner) ni a sus socios, sino que la frustración nos alcanzará a todos y, especialmente, a la República con su inserción en el mundo (aunque nos inculquen que el universo termina en Venezuela), amén de los pobres que han sembrado en todo el territorio nacional.
Hemos vivido un experimento kirchnerista, sumidos en la esterilidad del
viejo lema "Gobernar es anunciar".
El 28 de otubre, superando personalismos, fórmulas que obvian candidato
a Presidente, excepticismos y el remanido verso del "mal menor", la
ciudadanía necesita "desacralizar" la profecía de las encuestas y
tomar conciencia que es la artífice del destino de la Patria y no debe
resultar genuflexa a los que piensan perpetuarse en el poder sin cumplir
su obligación de preservar las Instituciones.
De todos nosotros depende.
Saludos
Lic.Francisco Scolaro
www.scolaro.blogspot.com
Licenciado Scolaro, usted que esta en todo, nos puede decir si es o no verdad lo del titulo de cristina?
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