Los casos Skanska, bolsa Miceli, subsidios Taselli, ambiente Picolotti, chatarra Garré y valija bolivariana, entre varios más, capturan la atención y dejan poco espacio para develar otras curiosidades del poder. La conmoción que generan los escándalos relegan a un segundo plano sucesos tanto o más graves. La irrupción de la dinastía pingüina es uno de ellos.
La legisladora y primera dama, elegida a dedo por su consorte como candidata presidencial por el Frente para la Victoria, cumplió hace rato el trámite de abandonar su banca en el Senado para mudar sus petates a la Rosada. Su ausencia crónica en el Parlamento le otorga el estatus de empleada ñoqui, y su instalación en Balcarce 50 no constituye ni más (ni menos) que la asunción virtual del mando ejecutivo. La acción precoz de la candidata, todavía no elegida presidente, no provocó rubores ni significativas manifestaciones en contrario.
La posibilidad de pasearse así como así, del Legislativo al Ejecutivo, es producto de la eterna evasión a la Reforma Política en la que cayeron los partidos. No basta con enunciar conceptos abstractos como el "Contrato Moral" o la "Preservación de las Instituciones". No se escuchan discursos que reclamen la prioridad del cambio del statu quo, aunque el sistema esté plagado de arbitrariedades y lagunas que dan lugar a las dedocracias preelectorales (entre otros fenómenos característicos de la época, como el nepotismo, la lista sábana, los borocotazos, o la reelección indefinida).
Así dadas las cosas, tan solo hay que cumplir con la formalidad de las elecciones. Un trámite más simplificado para quien cuenta con el privilegio de digitarlo desde el entorno presidencial. Difícil que el discurso o la fuerza que se le oponga, aún mediando escándalos de corrupción, puedan vencer la capacidad ilimitada de prensa y difusión, movilidad y movilización, ejercidas desde el Poder Ejecutivo y su orden satelital.
Si gana Cristina Kirchner (encuestólogos responsables e irresponsables así lo estiman), a partir de octubre el marco institucional se relacionará con la instauración de la dinastía pingüina. No sería de extrañar que dentro de los próximos cuatro años comiencen los ensayos de kontinuidad del linaje más joven de la rama familiar, como el vástago mayor, Máximo Carlos. Después de todo, el acto fundacional de la dedocracia monárquica ya fue consumado por sus padres, Cristina Elizabet y Néstor Carlos.
Mientras tanto, si hay dudas sobre quién es quien hoy se sienta en el sillón de Rivadavia, basta remitirse al sitio web de la Presidencia de la Nación. Clickeando "Fotografías" en el menú principal del portal, mes a mes, puede observarse la nutrida agenda de la actual Presidente de los argentinos.
Link del archivo fotográfico de la Presidencia de la Nación: aquí
agosto 15, 2007
Dedocracia. La dinastía pingüina en acción. ¿Para cuándo la Reforma Política?
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5 comentarios:
Muy buen enfoque, excelente narración.
Estos son temas que (por su ausencia en los medios masivos) supongo que los argentinos no nos interesan.
Saludos!
Es usted muy atento Don Pasquín.
Hoy merodeé su espacio. Me ganó de mano con lo de la parla bigotina politiquera que tanto llama la atención . Acertados sus renglones que parafrasean el desconcertante discurso que emana de las bocotas fernandianas, devianas, macrianas y etcéteras. También, acertado el dialógico imaginario entre los personajes.
Un cordial saludo, Mercedes
COMO VIENE LA MANO, LA REINA NO LLEGA
todavia faltan casi 2 meses y en ese tiempo pueden pasar muchas cosas que hagan que Cristina renuncie a su candidatura o no tenga posibilidades de ganar. Est�n investigando al ministro Jaime y lo de Lilita puede traer cola. Ni hablar de Santa Cruz y la CTA.
pase lo que pase, Cristina gana igual
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